A la hora de hablar de Italia, varias son las palabras que a uno le vienen a la mente: talento, tiro, clase, NBA y , siempre por delante, caos. Y en la última es en la que más tiempo he invertido a la hora de publicar esta nueva entrada tras tiempo alejado del blog. Nuestra selección se presentaba ayer en el O2 de Berlín con la casi obligación de ganar a la selección transalpina para luchar por la segunda plaza del grupo de la muerte en el Eurobasket 2015.
Mientras tanto España miraba, calmadamente pero perdida, como un plan que ya conocían sobradamente les hacía daño una y otra vez. Sin margen de recuperación, pasando bloqueos por detrás una y otra vez y sin ambición en el rebote defensivo. Como si por momentos no supiesen que estaban frente a miles de espectactadores en un escenario internacional. La cara de Gasol con sus 34 puntos mostraba la frustración de un equipo que parecía carente de trabajo y alternativas a un esquema de juego obsoleto durante los segundos 20 minutos. Con Rudy más pendiente de lo extradeportivo que de lo que pasaba en cancha, y con un Hernangómez en el banquillo que se estaría preguntando porque no jugaba más viendo el despropósito que se veía en la cancha. El pívot del Madrid cuajó unos minutos formidables, y fue capaz de proponer muchas cosas diferentes el tiempo que estuvo en pista.
Cualquiera que siga la competición americana de forma constante conocerá al dedillo al quinteto inicial de los italianos. Un grupo que para muchos conforma el mejor ataque de toda la competición si tiene "uno de sus días". E insisto en esto porque parece que España, a diferencia de lo que la mayoría ya sabía, no conocía a los italianos de la misma forma. Con el capitán Datome baja por lesión todo el torneo, la selección de Pianigiani perdía el único recurso diferente que el ex jugador de Boston y Detroit, ahora en las filas de Fenerbahçe, daba a una selección encorsetada en el lanzamiento exterior y aclarados continuos a canasta. El juego al poste de Luigi era el arma alternativa que en un momento dado podía sorprender a la selección entrenada por Scariolo. Pero no fue el caso.
Italia arrancó el partido proponiendo su estilo de juego habitual, pero esta vez con el acierto que se le presupone a una selección con tanto talento ofensivo. Mientras tanto, nuestra selección tenía las cosas claras al inicio, balones al poste a un Pau Gasol imparable y machacar ese recurso una y otra vez hasta que Italia llegase a una de sus conocidas pájaras en ataque. Pero a diferencia de lo que viene siendo habitual en los últimos años, esa pájara no llegó. Y España se quedó sin un sólo recurso frente a una maquinaria italiana que incluso por momentos movió el balón con sentido buscando posiciones extracómodas para la noche soñada por Marco Belinelli y Danilo Gallinari. De ambos se conocía su potencial, pero la inexistente defensa exterior más allá del trabajo de Ribas y San Emeterio propiciaban una y otra vez tiros cómodos de las metralletas transalpinas.
FOTO: La Gazzeta dello Sport |
A pesar de ello, no olvidemos que nosotros tenemos a Pau. Y es que a pesar de contar con el para muchos mejor jugador del campeonato, la desidia con la que los jugadores ceden la responsabilidad única y claramente al jugador de los Bulls transforma una selección con talento individual en una comparsa que piensa al unísono que la situación la va arreglar sólo él. El Chacho, horrible en la dirección, y unos desaparecidos Llull y Rudy volvieron a decepcionar en un partido en el que tenían que mostrarse como referencias alternativas a un plan inicial que Italia supo contrarrestar a la perfección. Tan sólo un Mirotic mal aprovechado mostró ese nivel referencia en los últimos minutos del encuentro, cuando incomprensiblemente Scariolo decidió dar el partido por perdido y retirar a Pau.
España comenzó a jugar el P&R con Mirotic, recibiendo balones en el poste bajo y continuaciones, donde destrozó en tres jugadas consecutivas a una Italia desatada mientras Gallinari dejaba una y otra vez esos símbolos de ganador que corren por sus venas en cada canasta de los italianos. Y es que si el partido de Belinelli desde más allá del arco fue de quitarse el sombrero, lo de Il Gallo fue más allá. Dominador absoluto en todas las facetas, el alero de los Nuggets es feliz en la posición de 4 FIBA. Sin un defensor de su perfil en las filas españolas (Claver no cuenta...), Gallinari supo crear, finalizar y poner ese punto de rabia y competitividad que convierte a Italia en ese equipo capaz de dar la sorpresa a cualquiera. Recuperado a 100%, el italiano controló el tempo del encuentro durante los 40 minutos, y esta vez, sin problemas de faltas, Italia pudo tener a su referencia sin preocupaciones. 48 de valoración y segundo MVP en tres encuentros para un jugador que este año ratificará con juego el suculento contrato que Denver le firmó este verano.
Mientras tanto España miraba, calmadamente pero perdida, como un plan que ya conocían sobradamente les hacía daño una y otra vez. Sin margen de recuperación, pasando bloqueos por detrás una y otra vez y sin ambición en el rebote defensivo. Como si por momentos no supiesen que estaban frente a miles de espectactadores en un escenario internacional. La cara de Gasol con sus 34 puntos mostraba la frustración de un equipo que parecía carente de trabajo y alternativas a un esquema de juego obsoleto durante los segundos 20 minutos. Con Rudy más pendiente de lo extradeportivo que de lo que pasaba en cancha, y con un Hernangómez en el banquillo que se estaría preguntando porque no jugaba más viendo el despropósito que se veía en la cancha. El pívot del Madrid cuajó unos minutos formidables, y fue capaz de proponer muchas cosas diferentes el tiempo que estuvo en pista.
Italia hizo su juego. Belinelli, Gentile, Gallinari, Aradori e incluso Bargnani supieron desde el momento qué proponer en ataque a la selección aun siendo conscientes de su inexistente defensa exterior y balance defensivo. España se confió tras los primeros 20 minutos, y como ya ha ocurrido varias veces en los últimos años, demostró que con una sola referencia en el juego ofensivo es díficil ganar a buenos equipos.
A seguir sudando, qué dicen algunos.
Etiquetas: Eurobasket